Sobre castillos y cuentos para dormir

Los castillos de bloques se desmontan y dejan piezas por el suelo. Los cuentos para dormir personalizados no. Descubre por qué crea recuerdos que duran de verdad

Échale Cuento

9/6/20251 min read

¿Quién no ha pisado un Lego en mitad de la noche?

¿Piezas de Lego clavadas en el pie a las 10 de la noche?
Ese dolor no se olvida. Ni aunque quieras.

Montar castillos tiene su encanto, claro que sí.
El arranque siempre es bonito: tu hijo entusiasmado, tú encajando piezas, los dos concentrados en que la torre quede recta.
Durante un rato, parece perfecto.

Hasta que se cae sola.
Y vuelta a empezar.
Primero recoges un par de piezas, luego cinco más, y al final acabas con media ciudad desperdigada por todo el salón.
Un día encuentras un ladrillo bajo el sofá, otro en la cocina, otro en la cama.
Más que un castillo, parece un campo de minas.

Los padres también se cansan

Y ojo, no es que no quieras jugar.
Pero hay noches en las que la paciencia ya no da para otra torre que se derrumba justo cuando ibas a decir: “última y a dormir” y ya está el drama montado.
La realidad es esa: tus ganas no siempre son infinitas, y a veces lo único que quieres es sofá y calma, todos somos humanos, es normal.

La alternativa: un castillo que dura en un cuento para dormir

Un cuento personalizado no va a ordenar tu casa, ni va a impedir que mañana tropieces con otra pieza escondida.
Ni falta que hace.
Porque su valor está en otra parte: es un castillo que no se viene abajo, que no requiere recoger piezas, que se construye de otra manera.
Leyendo juntos.

No deja el suelo lleno de plástico.
Deja la memoria llena de momentos.
De esos que pesan más que cualquier torre de Lego.

Recuerdos frente a juguetes

¿Lo quieres? Bien.
¿No lo quieres? Bien también.
Pero la próxima vez que tropieces descalzo con una pieza en mitad de la noche, quizá te acuerdes de esto.

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